Una respuesta que no cabe en un post de Facebook…

24 02 2013

[Continúo aquí con lo expuesto por el momento]

¡Mira que he dicho que nada de marujeos bastardos sobre Hegel! Como este post pretende aclarar el sentido de ciertas cosas, voy a empezar definiéndome en esta elección terminológica castiza para evitar malentendidos. Lo llamo ‘marujeo’ porque en realidad no estás hablando ni criticando nada de lo que Hegel haya dicho o haya escrito, sino que hablas de lo que yo digo sobre Hegel –o Popper dice sobre Hegel– y puedes haber entendido. Esto es hablar por hablar y de ahí mi empleo del término ‘marujeo’. En segundo lugar, es ‘bastardo’ porque es de segunda mano, cosa ya inmediatamente indicada aquí ya. Pero, además, porque parece tenerte contento y te hace que te quedes en una certeza –dado lo categórico de las respuestas con lo del ‘universo paralelo’ y la ‘catadura’– sin plantearte siquiera si criticas a Hegel, a Hegel en boca de Popper, o a mí tratando de explicar a Hegel en un mensaje de Facebook. El bastardo es el niño mantenido a falta de uno legítimo. Para el que no lo advierte, le puede pasar por hijo propio…pero la gente murmura…

Yo si me pongo a hablar de Economía seguro que marujeo bastardamente. Además bastante más que Popper hablando de Hegel. Por eso lo evito en todo lo posible (hablar de Economía, no de Popper).

Ahora iré en mi exposición por partes.

Como ves, he introducido una pequeña convención, de nuevo. La cosa va de aclarar convenciones y terminologías. La convención que he introducido es la de las comillas simples. Y digo que la he introducido de nuevo porque en el mensaje original que comentas ya estaba. Cierto es que revisándolo he descubierto que debía haberla empleado más para evitar lo que entiendo es un equívoco en tu lectura. Dicha convención la empleo como un sentido indirecto o un sentido específico distinto al usual. Una cierta entonación. Viene muy bien para diferenciar el lenguaje común de cualquier otro propio de gremio.

Vaya por delante esta explicación ‘metalingüística’ sobre la manera de entender MI texto: Si te has fijado, el uso de términos como ‘estar en la dirección de la coherencia’, ‘ser auténtico’, o ‘tener deseo de verdad’, que tú mismo señalas, y, de otros que entrecomillo ahora como ‘verdad’, ‘contradicción’, ‘abstracto’ e, incluso ‘real’ e ‘ideal’, pretendían ser usos técnicos hegelianos de ese significante. Es decir, que su significado tiene un contexto dentro de la filosofía de Hegel muy concreto y pueden no funcionar en otros o no tener ningún sentido. Que sea concreto no lo convierte en un lenguaje idiota propio del ‘universo paralelo’ de Hegel. Significa que hay cierta interpretación racional bajo ciertos supuestos racionales, de lo que Hegel entiende por dichos
términos y conceptos. Repito: Racional. Con sentido. De Hegel se puede decir que es complicado, pero ni siquiera mi querido Schopenhauer se creía a sí mismo cuando decía que lo que escribía el de Stuttgart eran unos galimatías sin importancia alguna. Por si lo piensas,  esto
que aquí introduzco no es ninguna re-definición retórica que te planteo ad hoc –para que no recaigas en Popper, que te conozco– pues lo sería de haber estado hablando en primer lugar de lo que Hegel entiende por los términos citados. Y no hemos hablado, luego no hay definición en primer término. O, lo que es lo mismo, que todavía no hemos empezado a hablar de Hegel en absoluto.

Tú has dado por hecho que Hegel emplea estos términos según la regla del lenguaje cotidiano. Te cito en ese sentido: “Todos sabemos que…”, “A estas alturas creo que todos distinguimos en la práctica…”, “A estas alturas de la película […] todos tenemos claro que…”, “No debemos olvidar que […] como lo hacen miles de millones de personas en todo el mundo…”.¿No es esto una falacia ‘ad populum’?¿Una basada en el aparente sano entendimiento común y la mayoría? O sea que, el argumento válido ¿Depende de un consenso? No. Depende del consenso entre individuos razonables. Lo determinante en esta frase es ‘razonable’. Dejando esto de lado por general, hablemos del caso particular de esa falacia, que es más descriptivo: No, ‘todos no sabemos que…’. Porque aquí, el qué del que hablamos es lo que Hegel entiende por determinados conceptos, y de eso sólo podrá discutir el que se meta a hablar de Hegel. Si se junta una mayoría a hablar de Hegel que lo ha leído, pues igual estamos en una cosa llamada ‘congreso’ y todo. Que lo haya leído o haya leído de él. Ojo, no me meto en florituras filológicas. Pero es que yo no veo que tú discutas ningún concepto hegeliano. Veo que discutes lo que el sentido común te dice que significan determinados conceptos. Yo sobre eso nada tengo que decir en ese post, incluso aunque pueda estar en parte de acuerdo con algunas de las cosas que dices como verás. Pero, sin duda me sorprende más que a estas alturas de la película, de entre varios esfuerzos hermenéuticos, pienses que para entender a Hegel hay que someter sus términos a lo que quiere decir cualquiera en la calle al usarlos. Aunque claro, igual en el supermercado venden Jamón Hegelianamente Ibérico. O en el barrio de Lucero todos son un  poco hegelianos (‘¡Tío, eres auténtico [hegeliano style]!) o, también y a la inversa, que no existen hegelianos en absoluto porque no se pueden usar esos términos sino en el sentido llano. Si sí que se puede hacer usos específicos de los términos ‘verdad’ o ‘auténtico’, entonces me permites que me ponga en  ‘modo Hegel’ y hablemos. Aclaro luego al hilo de tus afirmaciones lo que Hegel entiende en cada caso.

Sostienes según leo en el primer post que, “estar en la dirección de la coherencia no es necesariamente […] ni ser auténtico, ni tener deseo de verdad, ni permanecer abierto a contradicciones”. Esto último, además, queda subrayado con un “obviamente”. Esto es, te parece algo hasta trivial. Es algo que “todos sabemos”. No lo tengo tan claro. Y tú tampoco pareces tenerlo como verás a continuación. El “no necesariamente” lo entiendo como una negación de la identidad que yo propongo al presentar a Hegel. El resto del post me hace interpretarte así. Así, ser auténtico no siempre es estar en la dirección de la coherencia, Tener deseo de verdad no siempre es estar en la dirección de la coherencia, y, obviamente, permanecer abierto a contradicciones no siempre es estar en la dirección de la coherencia. Éstas desglosadas  son tus tres primeras afirmaciones.

Aprovecho el razonamiento de tu segundo post para mostrarte que es contradictoria tu explicación con tus afirmaciones, y que, en buena lógica –natural, no hegeliana si prefieres– la propuesta de Hegel puesta en esa formulación mía que es una identidad necesaria tiene todo su sentido.

-“A estas alturas de la película [en los Roxy] […] todos tenemos claro que el más coherente es el fanático”. Efectivamente. Eso comento en mi primer post: “Cuidado. El prejuicioso es también muy coherente!! Pero in extenso se vuelve totalitario por refractario [, impermeable a cualquier otro juicio]”. Sí, busca la certeza, que Hegel mismo podría definir como “verdad subjetiva”. Igual que tú. Volveré a lo que Hegel entiende por “verdad” al final y encajará todo. Por ahora, una “verdad subjetiva” encaja perfectamente, creo yo, con la descripción que haces de un fanático. Eso sí, eso de que “la coherencia no busca la verdad, sino la certeza” es más que especioso. La coherencia no busca nada. Es el individuo el que busca la coherencia y/o la verdad y/o la certeza. O, si se prefiere ahora desde el punto de vista del objeto, los sistemas de creencias tienen la propiedad lógica de ser coherentes y de ayudar a la certeza. La certeza desde el punto de vista de la epistemología corresponde al primero de los tres elementos necesarios de una definición de conocimiento, corresponde a la ‘creencia’, que puede estar justificada y ser verdadera (el segundo y tercer elemento de una definición de conocimiento) pero “no necesariamente”. Así, comprendo que quieres decir más bien que “el fanático busca la certeza y no la verdad y que es coherente”. Y aún así tampoco me cuadra. El fanático no busca nada. Se siente cierto y es coherente. Actualmente. No es fanático por andar a la búsqueda de tener certezas, sino que lo es porque ya las tiene y no está dispuesto a negociar con ellas. A lo sumo, es fanático porque tiene una certeza, que es el buscar sin buscar, casos que le confirmen en la misma. Y, una vez es fanático, la cualidad de sus creencias es la de ser coherentes, pero como puede ser coherente lo que no cambia ni cede. Monolíticamente. Si estás de acuerdo con esto, tu primera explicación la comparto desde mi primer post.

-“Todos tenemos claro […] que ir camino de la coherencia es lo mismo que intentar ajustarse cada vez más a esas certezas y escuchar de los demás nuevas ideas sobre cómo seguir dando pasos”. Estoy de acuerdo con esto una vez lo ajustemos al resto de tu discurso: No, no puede ser “ajustarse cada vez más a esas certezas”. El fanático “se ajusta de modo absoluto”. Ha conseguido estar “cada vez más cierto”. Tanto que tiene certeza completa. Creo que quieres decir más bien que ir camino de la coherencia –como algo positivo en contraposición a la coherencia por la coherencia del fanático– es “ajustar más esas certezas”. No el reflexivo “ajustar-se”, que implica un sujeto sobre el que gira el acto, sino ofrecer las propias certezas como susceptibles de corrección. Es el objeto el que se ajusta. No es cosa de confirmación, es de corrección. El “no necesariamente” como un “sí en cuanto posibilidad”. El fanático busca la confirmación y la encuentra, desde luego. Pero porque no se abre a nada. Éste es mi pequeño tributo a Popper y la falsación. El problema con esto es que se contradice con una de tus primeras aseveraciones, porque si “ir camino de la coherencia es lo mismo que intentar ajustarse  cada vez más a esas certezas”, entonces es lo mismo que “permanecer abierto a contradicciones”, y tu “obviamente”  de antes ya no es tan obvio. “Estar en la dirección de la coherencia [es][…] necesariamente [, es lo mismo que][…] permanecer abierto a contradicciones”.

Lo de “nada de caminar hacia la verdad con una sed sincera” hace que me pregunte por si suscribirías su inversa aplicada a tu comparación meliorativa: ¿Se puede buscar confirmación sin sed sincera de confirmar? Porque, dejando para la sobremesa los brindis y lo de la sed y el hambre, que es muy lírico –parece mentira que ahora seas tú el lírico– desde luego que el que no busca confirmación, o no la encontrará o no la aceptará, y el que no busca la verdad sufrirá de los mismos ruidos estomacales. Por cierto que aquí se le ve la patita a la influencia de tu Popper bien clara. Sólo que Popper no estaría de acuerdo contigo. ¡Vaya por Dios! Por lo poco que sé de Filosofía de la Ciencia, en “La lógica de la investigación científica”, si no recuerdo mal, Popper coloca precisamente entre los deberes deontológicos del científico, el que es un buscador de verdad, su deseo de poner a prueba sus teorías frente a su posible fracaso experimental. Este deseo no está dentro del contenido proposicional de la teoría. Es externo a la misma. Es decir, que el científico coloca a su retoño, bastardo o no, sometido a las inclemencias del monte Taigeto, y la teoría que sobrevive, podrá vivir entre la sociedad de los pares de momento. Hay que dejarla a la intemperie siempre que haya ocasiçon. Aquél que emboza a su churumbel y lo protege de la prueba, ese ha de ser expulsado del gremio, porque no es un científico aunque se pueda decir de él que ama sobremanera a su hijito o hijita. En resumen, la inclinación no es científica. Es deóntica. Tema de moral y jurídico. Y Popper sin embargo la ve dentro del marco amplio de lo que un científico debe hacer. Porque el científico es científico y persona, y entonces actúa, y la teoría en sí no hace nada.

-“Finalmente”, leo algo tal que así: “Se puede ser coherente y no auténtico con uno mismo”. ¿Cómo? Según tú plegándose a los deseos, aspiraciones y expectativas de los demás para sentirse uno aceptado. Obviando que todavía, aunque estemos ya en el “finalmente”, no has explicitado qué es para ti “ser auténtico”, sino que lo entenderé entre líneas –y tampoco qué es “verdad”, esto es, dos de las tres cosas en disputa–, la situación que relatas es poco menos que absurda. ¿Es menos auténtico aquél que entre sus deseos y aspiraciones tiene uno que es ‘ser aceptado por los demás’? No lo creo. Diríamos más bien que su plan de vida, su autenticidad, esa especie de equilibrio que vuelve sobre sí mismo, consiste en ser aprobado por sus compañeros o por la sociedad. Eso es otro deseo más, otra expectativa, otra aspiración. Si no, ¿A qué “Operación Triunfo”? De modo que, sólo se puede ser auténtico en tanto coherente. Es exactamente lo mismo. Es trivial. El fanático, es auténtico y coherente. Otra cosa es que por ‘auténtico’ entendamos además una cierta valoración positiva del término a mejor. No, no. ‘Auténtico’, ‘coherente’, son términos relativos. Vacíos y dependientes de posición. Son predicados formales. En la última parte vuelvo sobre esto al cerrar con Hegel. Por ahora, lo que se valora con ‘auténtico’ y ‘coherente’ no es el contenido que es ordenado como ‘auténtico’ o ‘coherente’ sino que no se contradiga relacionalmente. Se puede decir: “Esto es una auténtica [relación] mierda [valor]”.

¿Y qué diría Hegel ‘auténticamente’? Traté de ponerlo lo mejor posible, o de sugerirlo en el primer post. Fracasé posiblemente , e igual vuelvo a fracasar. Vaya por delante que, para Hegel, “estar en la dirección de la coherencia ES necesariamente ser auténtico, tener deseo de verdad, o permanecer abierto a contradicciones”. Lo contrario a «ser auténtico» es «ser falso». Aquí, “es necesariamente” significa “identidad conceptual”. Equivalencia. ¿Y cómo pueden ser equivalentes estas cosas? Sencillo. Pueden ser equivalentes cuando el criterio de interpretación es el método hegeliano, su uso de lo que él llama ‘dialéctica’. Puede gustar más o menos, pero es atractivo. Ha atraído a muchos después de a Hegel, y a muchos antes que a él. La dialéctica hegeliana establece que la “verdad” es un concepto relacional, relativo como relación, no ‘relativo’ como jerarquía dentro de un sistema. Es decir, que una cosa es “verdadera” cuando no omite –o trata de conseguir no omitir– sus relaciones con cosas afines o familiares a su concepto. Así, el que busca la “verdad” de un crimen, por ejemplo, buscará todas las circunstancias que completen la imagen del mismo, su desarrollo, todos sus elementos, y cómo están interconectados. El que busca esto, nunca ceja porque los elementos son virtualmente infinitos. Es por ello una tendencia, que no se acaba, pero que apunta y conquista ciertas verdades relativas (ahora sí como posiciones menores dentro de una jerarquía dominada por la verdad absoluta nunca alcanzable). La críptica frase de Hegel de “la verdad está en el todo” sirve relacionalmente tanto para la “verdad absoluta”, que es un ideal, pero que incluiría todas las posibilidades de algo respecto del universo entero del discurso, como para la “verdad relativa”, por ejemplo, qué es un caballo. Bueno, pues hay cierta verdad que es ser un caballo, y que se logrará obteniendo todas las posibles relaciones de la cosa que sustenta el concepto. De hecho, decimos “con verdad”, efectivamente, qué es un caballo al señalarlo o identificarlo. Si yo señalo sin embargo a una mula y digo: «Mira qué caballo», emito una proposición falsa, «no verdadera», porque la mula no ostenta el mismo haz de relaciones que el caballo. Es la tendencia, la dirección, el camino, la inclinación, la búsqueda sin fin, el deseo, lo que permanece constante. Las relaciones. Y, por permanecer constante quiero decir que mantiene relacionalmente la coherencia estructural. Casi homeostáticamente. De momento…A eso me refiero por apertura: Hay un impulso coherente primero del individuo -en mi ejemplo es un individuo- que desea, un sistema de fines ordenado, racional en definitiva. Y la posibilidad de abrirse a que le lleven la contraria o a que descubra nuevos fines. Apertura es posibilidad de novedad. Esa ordenación tiene una imagen y configuración de conjunto primera, de suerte que al enfrentarse a otros elementos, éstos encajarán o no con dicho esquema. Si deseo cenar tortellini, es posible que descubrir pizza en mi frigorífico no satisfaga mi deseo, pero puedo también asumir que mi deseo tiene la forma de un ‘cenar pasta’ que asume la pizza como posibilidad. Hegel dice que, de entrada, en ese encuentro, siempre hay un momento al menos de ‘contradicción’ pues ‘otra cosa’ se nos enfrenta (eso signicia ob-iectum tácitamente), y luego podemos asimilarla (‘reconciliación’, ‘reconocimiento’, ‘asimilación’, ‘síntesis’ como propia) o rechazarla (‘alienación’, ‘extrañamiento’, ‘positividad’ en tanto lo exterior refractario, ‘escisión’ trágica). Es la tendencia lo que permite juzgar estas relaciones. El criterio. Y un criterio siempre es racional, abierto a discusión incluso en tanto prejuicio. De hecho, la tendencia permanece constante como he dicho antes por razones de su relatividad: siempre se es auténtico al final por coherente. Si acepto el nuevo objeto de saber o creencia, lo asimilo y recupero la coherencia. Si no lo acepto, sigo dentro de mi coherencia previa. Eso es ser auténtico. Sí, antes de que me lo indiques: Uno también puede necesitar aclararse algunos de los propios fines, pero entonces siente la necesidad de la coherencia y se mueve hacia la recuperación de un estado perdido. Pero el sentido es de menos a más: No se puede ser completamente incoherente y racional a la vez. Y, una vez se es algo coherente, se tiene una dirección, una lógica y una racionalidad. Hegel dice, por ejemplo, que sólo los individuos racionales pueden padecer de locura. Justo. Porque ‘pueden ser coherentes’, pueden no serlo. Y sólo podemos comprender a un demente porque tiene ‘visos de razón’.

Por último, mi referencia dialéctica a el ‘todo’ y la ‘parte’ es una que aparece justo en la primera línea de mi primer post. Aparece junto con ‘abstracto’. Los tres términos son hegelianamente entendidos: Consistencia (coherencia) y completud (o completitud) son las dos características lógicas que se exigen formalmente a un sistema de premisas. Esto es lógica básica. No material hegeliano. Implicación entre los términos, y exhaustividad de todos los elementos del sistema. El sistema no tiene por qué ser absoluto. Estos términos son perfectamente aplicables a lo que entiende Hegel por “verdad” si te fijas. Los adapta. Un individuo como Bardem es “abstracto” cuando se lo saca de su contexto. Se dice que se lo abstrae. Es decir, se lo aparta (ab-) hacia otro sitio que no es el suyo propio…y entonces se le priva evidentemente de sus relaciones. Como un árbol al que se le saca de su alcorque y se le deja con las raíces al aire. Esto es lo que Hegel entiende por ‘abstracto’. Justo lo contrario a lo que cualquiera le achacaría. Son los individuos concretos, muy concretos, particulares y aislados, los que son falsos e irreales para Hegel. No hay nada separado que sea real. Tampoco el mismo Hegel, claro. Así que, diremos que tu Hegel no es tal, ni el de Popper tampoco, ni siquiera el mío. Que son irreales y abstractos, pero, eso sí, los habrá más y menos “verdaderos”, más y menos «abstractos», más y menos «falsos».

Visto lo visto ¿Te parece bien que vayamos “de camino” a esa “verdad”?





PREC II: Introducción a la Sociología.

24 10 2011

Comentario de texto no corregido de:
Las generaciones perdidas. Tendencias de precarización laboral y exclusión social en los jóvenes en José Félix Tezanos (ed.) Juventud y exclusión social, Madrid, Sistema, 2009, Pág. 43.

EXPOSICION DE ARGUMENTOS DEL AUTOR:

En el párrafo seleccionado, el autor, ofrece una perspectiva sobre la juventud actual basada en el adormecimiento y la comodidad de la vida dependiente de la familia. Una visión donde el joven no se plantea su futuro social más allá del presente. Como si hubiera caído en una apatía conformista y consumista.
Señala el autor que la juventud debería, cuanto menos, abrir los ojos ante la posibilidad de que la actual sociedad fagocite su acomodaticio estado de bienestar mientras ellos creen que por pertenecer por “herencia” a un status social éste se va a mantener ad eternum sin que ellos se molesten en luchar por ello, bien mediante una movilización social y política contra todo aquello que quiere arrastrarlos a la precariedad, bien por un mayor interés en su propia independencia económica que les haga despegar definitivamente del hogar familiar.
Hace también un pequeño apunte sobre la cultura de la apariencia, donde la juventud trata de hacer ostentación de esa falsa capacidad económica a base de adquirir productos que se relacionan con un poder adquisitivo superior al que realmente poseen. Siendo esto posible recurriendo a gangas, falsificaciones o a la anteriormente mencionada capacidad familiar.

EXPOSICION DE ARGUMENTOS PROPIA:

Teniendo en cuenta que este texto fue publicado en 2009 ha podido quedar, en parte, obsoleto por los acontecimientos que desde la primavera de 2011 remueven conciencias en por el Mundo; tales como los movimientos de la “primavera árabe”, los “Indignados del 15-M” o sus sucesivas versiones locales.

En el ámbito social.
Si bien es cierto que la actitud de la gran mayoría de jóvenes españoles se identifica con los preceptos que desgrana el autor, también es cierto que la juventud española se podría considerar de “efecto explosivo”, esto es, que en el día a día no muestra una gran combatividad… pero que si se le enciende la mecha, en forma de claros modelos en los que mirarse, pueden resultar de una virulencia reivindicativa apabullante, pudiendo así diferenciarse de la francesa, famosa por sus continuas muestras de disconformidad.

Tal vez la coincidencia en el tiempo de varios hechos fundamentales como fueron los continuos casos de corrupción política y financiera, las manifestaciones de la plaza Tahir en Egipto, el inicio de la “Primavera Árabe” o la votación pactada en España, en Congreso y Senado, de la nueva Ley que imponía la censura en Internet de foros de opinión y descarga de contenidos (la llamada Ley Sinde) fueran esa chispa que se necesitaba. Tal como resumía el abogado Carlos Sánchez Almeida: “La democracia representativa es eso que hemos visto en el Senado. La democracia directa es una plaza en Egipto.”

Aunque, todo sea dicho, estas reivindicaciones no han llegar a calar en el grueso de la acomodada juventud española que sigue hibernando adormecida al calor de la comodidad del hogar familiar. Identificándose con los modelos que ofrece la televisión (que no ayuda en absoluto), luciendo iconos de supuesto poderío económico (cultura de la imagen que señalaba el autor) y repitiendo las soflamas que oyen en casa sobre lo mal que está la vida, la crisis y la separación de los políticos del pueblo común.

Habría que señalar un punto que va a ser crucial de aquí en adelante y es el proceso de “grupalización virtual” que mediante el auge de las redes sociales se empieza a dar en la juventud. Siendo poco probable que un individuo se rebele contra la sociedad existente… la creación de grupos dónde se sienten apoyados y unidos, el rápido movimiento de mensajes y la conciencia de colmena que ha dado origen a todos los movimientos sociales reivindicativos nombrados anteriormente pueden acabar por destapar su sentimiento reivindicativo.
En el ámbito laboral.
Los jóvenes se encuentran ante una tijera de difícil solución dado el ciclo económico actual.

– Aquellos que decidieron trabajar en la construcción y servicios durante la época de bonanza engrosan ahora las listas del paro, sin posibilidad de emanciparse o teniendo que volver al hogar familiar en los casos en que lo hicieron previamente; optando en un buen porcentaje por volver a los estudios o a aceptar trabajos precarios.
– Aquellos que optaron por el estudio, no consiguen sino trabajos precarios que no les permiten emanciparse salvo que miren mas allá de las fronteras española, corriendo el riesgo de producirse una fuga de cerebros perjudicial para el capital humano de nuestra sociedad.
Ante esta tesitura la emancipación física es complicada, abandonar la protección del hogar se convierte en una quimera económica y esto dificulta la emancipación emocional.
Estamos cansados de oír que la sociedad española corre peligro de perder una generación pero es precisamente esta generación la que tiene que salvar a la sociedad española.





Bonita Es-cultura…

9 02 2011

1 Libro = 1 Euro ~ Save The Children